Hará un par de meses que nuestro profesor de Humanidades nos mandó hacer un trabajo para su asignatura. Éste no era el típico trabajo de buscar en Internet para hacer un documento de Word y luego pasarlo a Power Point para luego exponer en clase ante el resto de compañeros.
El trabajo consistía en algo muy simple, pero a la vez podía ser todo lo complicado que uno quisiera. Dependía de nosotros. Lo que teníamos que hacer era representar lo que para nosotros significaban las Humanidades y expresarlo en cualquier formato. Podíamos usar cualquier cosa que hubiéramos visto en clase u otra diferente.
El día que nos lo explicó en clase también nos puso ejemplos de otros trabajos de alumnos de años anteriores. Le había entregado tartas con pirámides egipcias pintadas en la parte de arriba, algunos le bailaban, otros le tocaban la guitarra, un grupo de chicas inventó una obra de teatro...ya lo dije, cualquier cosa le valía.
Este año, mis compañeros hicieron una representación de las pirámides con cartón, una vasija donde se guardaban los órganos de las personas momificadas, otra hizo una carta que enrolló y la ató con una cuerda (quería meterla en una botella, pero al final no supo cómo y la dejó tal cual), también le pintaron cuadros, le escribieron algún que otro poema, etc.
Yo me animé a hacer algo completamente nuevo para mí, algo que jamás se me hubiera ocurrido hacer antes de dar esta asignatura con este profesor. La verdad es que este profesor es capaz de transmitir un sentimiento muy profundo en sus clases, realmente le gusta lo que hace y eso me ha llegado a mí.
Al principio pensé en hacer un dibujo, que es lo que suelo hacer bien y que estaría bien hacer algo así para este tipo de trabajo....pero aunque se me diera bien dibujar, no se me ocurría cuál podría ser el tema de éste. Hice un boceto de algo que se me vino a la mente, pero no le encontraba un sentido y al final descarté la idea del dibujo.
Pasaron algunos días, estaba sentada en la grada esperando a que abrieran la biblioteca. Mi mente se fue a pensar de todo menos en lo que tenía que estudiar, y fue ahí cuando se me vino la idea final para el trabajo. Iba a escribirle una historia.
Me pasé al menos un mes pensándola y escribiéndola poco a poco en los viajes en bus de Cartagena a Murcia y viceversa. No pensaba que llevar el portátil a todos lados fuera a ser para tanto. Por muy pequeño que sea sigue pesando y mi hombro es testigo de ello.
El caso es, que después del primer mes ya tenia la idea casi aclarada del todo, pero eran solo ideas que, al escribirlas se quedarían en solo unas cuantas paginas. Pero no, yo quería completar hasta tener un buen número y luego fabricar manualmente un libro, encuadernando las hojas y haciendo la tapa con cartón y cartulinas.
El último mes me puse las pilas y empecé a escribir como loca, sin parar. Como tenía clases todo el día, los ratos en los que podía escribir realmente eran muy pocos y avanzaba lentamente. Al final decidí hacerme un esquema con todos los acontecimientos que sucederían para tenerlo claro por escrito y solo desarrollar eso en mi hoja de Word.
Cuando por fin ya tenía toda la historia escrita, solo faltaba una semana para entregar el trabajo. Me puse como loca a revisar y modificar todas las cosas que quería que aparecieran y las que no. Cambié cosas que tenía que retocar y que no sabía antes de completar toda la historia. Después imprimí todas las hojas en cartulinas de medio folio envejecidas con café.
Y, por último, la encuadernación, un proceso mucho más corto pero intenso. Tenía que estar midiendo todas las cartulinas y cartones para que todo encajara. Colocando bien todas las partes y que nada se saliera de sí.
Ha sido un proceso largo. No me dio tiempo a añadir todas las cosas que se me fueron ocurriendo para el libro. Muchos dibujos que me gustaría que hubiera tenido entre las hojas, decorar la portada y la contraportada con bolígrafo dorado, etc.
Cuando le entregué el trabajo al profesor se quedó bastante sorprendido. Quería quedarse el libro después de corregirlo para enseñárselo a los demás alumnos. No se había imaginado que, estando en una carrera de ciencias, habría gente que se tomara tan enserio el trabajo que había mandado.
Yo quería tener de vuelta ese libro. Me costó bastante terminarlo, por tiempo, ya que teniendo los exámenes a la vuelta de la esquina, dedicarle tiempo al trabajo se lo quitaba a lo demás, y por eso no le puse todo lo que me hubiera gustado.
Al final quedamos en que que este verano yo volvería a hacer el libro de nuevo, pero esta vez poniendo todo que debería de llevar, para que así él tenga el libro bueno y yo tenga de vuelta el que le entregué.
En principio eso haré. Tengo bastantes cosas que hacer este verano, pero siempre se puede sacar algo de tiempo para mejorar un libro y las habilidades manuales.
Aquí os dejo algunas fotos del resultado final: